Mis amados Pirineos

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Hace tres años, verano del 2008, que acudí por vez primera a Pirineos. Inicié mis andanzas entre la frontera de Aragón y Navarra:


-Los Valles de Echo y Ansó; primera toma de contacto, un aperitivo de lo que vendría después.

-El Valle de Tena; delimitado por el Alto Gallego, coronado en las alturas por los ibones de Panticosa y Piedrafita, y bendecido en el fondo del valle por la ruta del Serrablo con sus innumerables iglesias románicas.

-El Valle del Cinca con su periplo de rincones llenos de magia y leyenda: Tella, Ibón de la Basa de la Mora, Cañón de Añisclo.

-El Valle del río Aragón, más 'civilizado' con los ibones de Astún.

-La Jacetania, puerta de entrada a todo aquello, pre-Pirineo que dan en llamarlo, cultura e historia en un todo.

-Y Por último el plato fuerte, el Valle del Arán: Ordesa y Bujaruelo. Los más afamados, los más visitados y los que más atrapan. Y tanto porque volví. Desde el primer día de mi regreso ya soñaba con volver. Si había una mínima posibilidad de regresar a un lugar sin duda era aquel. Continuar degustando aquellas montañas era una necesidad como el comer, una ilusión enorme y un plato de gourmet: Benasque y Valle de Arán, no había otra que ir.

El Valle de Benasque es como unos Pirineos concentrados en un solo plato. A cuatro pasos de tu alojamiento tienes todas las posibilidades que imagine tu mente y aguanten tus pies. Son infinitas las variantes de rutas y paisajes tan solo limitadas por el tiempo de que dispongas: Valle de Remuñé, Aigües Pases, Gorgütes, los Valles de Estós, Eriste, del Esera...


Todos los días una ruta, todos los días una buena caminata y tan campante. A la mañana siguiente las ganas de conocer algo nuevo que quizá iguale o supere a lo de ayer te hace olvidarte del cansancio, y al final quieres más.


Y aún quedando tanto por descubrir en Benasque, quise ver la otra cara del Pirineo, la que mira al norte, así que puse rumbo al Valle de Arán.


El Valle de Arán es una montaña más verde, más húmeda, e igual de atrayente e imponente: La Artiga de Lin, Uelhs deth Joeu, Sauth deth Pisth, Valle de Gerber, Lacs de Baciver y el colosal Circo de Colomers. Por si fuera poco, una vuelta por el P.N.de Aigüestortes: Valles de San Nicolau y Espot.


Dieciocho días, dieciocho rutas. Aún hoy me cuesta creer que aguantara aquel ritmo. El año pasado fallé a la cita. Había visto una parte representativa del Pirineo (todo dudo que lo haya visto nadie), pero aquellas montañas de tanto en tanto vuelven a mi mente, son recuerdos imposibles de olvidar, posiblemente estarán conmigo mientras viva, así que este año volví a tropezar con la misma piedra, con el mismo Pirineo, tozudez se le llama a eso.


Esta vez el planteamiento tenía que ser más relajado, los años pasan y las piernas te lo recuerdan a cada nuevo paso que das, no podía acaparar tanto en tan pocos días, pero si seguir degustando aquel pastel.


Así las cosas, en esta ocasión deambulé por rutas más livianas y en menor número por el Valle de Cardós en el P.N. de L'alt Pirineu, y alguna incursión por el Cadí-Moixeró, aderezadas con alguna ruta por la vecina Andorra.No son grandes pateos, pero sigue siendo montaña, siguen siendo Pirineos, ellos y yo seguimos juntos al fin y al cabo.


Continuará...
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