TENERIFE: DESDE SANTIAGO DEL TEIDE HACIA LA LAGUNA.

De nuevo en ruta por el sempiterno Teide, lo atravesaremos desde Santiago del Teide al sur, a La Laguna, en el norte.
Santiago del Teide pequeño enclave y cruce de caminos, desde donde llegan o parten las masas de turistas hacia sus cercanas costas, la masificada Costa de los Gigantes, o el vecino valle de Masca, precioso entorno natural hasta que alguna mente privilegiada encendió la llama que lo devoró a principios del pasado verano (bendita idea hubiese tenido semejante ‘personajillo’ de haber prendido el fuego en sus posaderas)

Volviendo a nuestro punto de partida, Santiago del Teide, pueblo olvidado durante años, que al apego de la nueva carretera que circunvala la isla, resurgió al mundo y a los turistas. El centro de la villa nos acoge con una pequeña y coqueta plaza, con su iglesia dedicada al mismo santo, y un ayuntamiento con patio de luces con galería decorado con utensilio de labor y la vida cotidiana del pasado.
En la plaza, preside, la estatua en honor al guanche Alonso Díaz. Curiosa esfinge con garrocha en una mano y cabrito en otra que llamó mi atención hasta el punto de buscar y conocer su historia.
Creyendo en un primer momento que se trataría de algún legendario guerrero guanche, líder de la resistencia al invasor castellano, a modo de pequeña desilusión, conocí su hazaña. Resulta que el tal Alonso Díaz , que en realidad se llamaba Cherfe, (hasta que fuera bautizado a la fe y a la fuerza) era hijo del último Mencey de Adeje (Menceyato era la división territorial que los nativos tenían de la isla) su “gran hazaña” fue el trasladarse a la península de los Reyes Católicos, para presentar sus quejas ante el mismísimo Rey, de que el Adelantado de Castilla y conquistador de la isla D. Alonso Fernández de Lugo, le había robado 200 cabras (como tantos amasó su fortuna en la isla a filo de espada y engaños) . Buenas lides tubo que mostrar el guanche Cherfe, para que el Católico ordenase a su subordinado le devolviera dichas cabras. Y esa fué tan grandiosa historia del guanche Cherfe, el del pedestal.
Carretera arriba, tras dejar atrás la vecina Chío adentrándonos en las correntías de lava del volcán Chinyero llegamos hasta el mirador de Chío. Basto paisaje de piedras de diverso material que en la última erupción de 1909, lanzó por su cráter el volcán Chinyero. La lava, corrió ladera abajo amenazando las poblaciones de Santiago del Teide y Garachico. Cuenta la tradición que los vecinos de Santiago, alarmados, llevaron en procesión hasta las mismísimas lenguas de lava las imágenes de la virgen y el cristo, produciéndose el milagro de que de este hecho se produjo el final de la actividad volcánica (así lo cuentan y así lo trascribo).
Desde aquí la vista abarca desde la cumbre del Teide, hasta la cercana del Pico Viejo, los mayores hitos de esta zona de continuos conos volcánicos también conocida como ‘narices del Teide’.

Del siguiente tramo de la ruta, por las Cañadas del Teide, me remito a lo que escribí en una entrada anterior (si a alguien interesa, buscad en las entradas de Tenerife). Así que nos resta el descenso a tierras bajas, por la carretera que conduce a La Laguna a través del desvió que cogeremos en dirección al observatorio astronómico de Izaña, rodeados ahora de arenas negras y pequeños mantos de pinar de repoblación.
Desde estas alturas, como es costumbre, por serpenteante carretera, descenderemos por el Bosque de la Esperanza, entre un cerrado pinar, por un valle húmedo que nos asoma de tanto en tanto al valle de la Orotava y al resto del norte insular con vistas a la planicie que discurre desde La Laguna hacia Santa Cruz de Tenerife y al fondo, el bello macizo de Anaga.

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