AL OTRO LADO DE LAS MONTAÑAS

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Al otro lado de las montañas hay quienes regalan belleza encerrada en una fotografía, a este lado de las montañas, sólo puedo ofrecer lo poco que tengo
Merce, gracias a tí.

“Alguien dijo que había ciudades para soñar
al otro lado de las montañas.
No dijo si estaban suspendidas en el aire,
sumergidas en las lagunas,
o perdidas en el corazón del bosque.
Los que allá fueron nada encontraron,
ni altas torres ni jardines
ni mujeres hilando en el atrio,
ni un muchacho aprendiendo a tocar la gaita.
Solo yo traje algo para seguir soñando
algo visto y no visto en la niebla de la mañana,
algo que era una flor o un mirlo de oro
o un pie descalzo de mujer,
un sueño de otro que se ponía a dormir en mi,
echado en mis ojos,
pidiéndome que lo soñase mas allá de las montañas,
donde no hay ciudades para soñar.
Y ahora mi oficio es soñar, y no se
si soy yo quien sueño, o es que por mi sueñan
campos, miradas azules, palomas que juegan con un niño,
o una mano pequeña y fría que me acaricia el corazón.”
Alvaro Cunqueiro (1911-1981)



UN POCO DE FRESQUITO, POR FAVOR

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Cuando la mayoría de suereños sufrimos o padecemos las primeras canículas del verano, unos cientos de metros más arriba aun perduran los restos del pasado invierno. Ventisqueros que se niegan a 'morir' y se afanan en perdurar un poco más. Pudiera parecer que las fotos están tomadas en pleno invierno, pero son de hace apenas 15 días





LA MONTAÑA: entre el amor y el odio

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Cuerda del Empanadas / Cordillera del Banderillas
Hace un par de días el amigo Abi subía en su blog una entrada de un 'paseo' por la montaña. Narraba las vicisitudes de un día que se planifica de un modo y acaba por otros derroteros.
Pocos podrían negar de la belleza de la naturaleza en su estado más puro, alejada de la urbe y más allá de donde pueda llegar un vehículo a motor. En su estado más salvaje, agreste, donde solo llegas por tus propios pies.
No hablo de ascender ocho miles, ni de escalar paredones verticales, descender barrancos u otras modalidades tan de moda hoy en día. Sencillamente calzarte unas botas y acarrear con la mochila durante un día por la montaña, eso que alguien acertó en llamar 'pisapraos'.

Alto de la Cabrilla (2078m.)

La montaña siempre nos sorprende con su belleza, a cambio de un 'pequeño sacrificio'. Para algunos cuesta entender que lleva a la gente a sudar la gota gorda subiendo laderas, pasar más frio que un ultracongelado, saltando piedras o apartando matojos por llegar a cualquier cima, cumbre, loma, o altozano en el que sentarte mientras tus ojos compiten con la misma visión de cualquier rapaz.
En la montaña, como escuché de alguien en el Pirineo no se va a un lugar, se sube o se baja, no hay escaleras mecánicas que te suban a la tercera planta, ni ascensor que te lleve a la azotea de vistas panorámicas, entonces, ¿porqué algunos 'locos' volvemos una y otra vez?.
En mi caso no sabría razonarlo, solo sabría decir que me costaría acostumbrarme a no hacerlo, es una necesidad, como si fuese una droga.
Las fotos que busco están allí arriba, esperandome, y abajo, la cerveza siempre sabe mejor después de una larga caminata.




Arrancaba el título en que esto de la montaña es una pugna entre el amor y el odio. No es obligatorio que ames la montaña, pero tampoco tiene porqué traducirse en 'actos' como Abi nos muestra en el post que continúa el anterior


Navalasno


NO TE COMPRES UN OBJETIVO MACRO SI QUIERES SER FELIZ.

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La montaña es un mundo vivo, y aparte de la fotografía de paisajes, en días en que las condiciones no son favorables para este tipo de fotografía, siempre es socorrido tirar un rato del macro.
La fotografía macro se reduce en la naturaleza a flores y pequeños insectos. Como los segundos no suelen estar por la labor de posar un momento quietos, la mayor parte del uso que doy al macro es la flora.
Con permiso del viento, el uso de un objetivo macro en una reflex es algo así como poner a prueba la paciencia del Santo Job. Su reducida profundidad de campo y la posibilidad de enfocar a escasos cms del objeto permite sacar detalles que escapan al ojo humano. Pero esas mismas cualidades se vuelven en nuestra contra cuando el enfoque es tan selectivo que es habitual sacar enfocada media mosca y la otra totalmente fuera de foco.
Toda vez que he contado las penalidades del ' cabreante' objetivo os dejo lo que buenamente he podido rescatar de una sesión de 70 fotos.

sarcocapnos baetica
Sarcocapnos baetica (zapatitos de la virgen). Crece en paredes extraplomadas, y constituyen un tipo de plantas muy exclusivas. Aferradas a cualquier grieta de la roca, sobreviven gracias al aporte de nitrogeno que les llega por disolución. Con la ventaja de estar alejadas de cualquier hervíboro son de porte pequeño.
Esta en concreto es un endemismo de las sierras del sur peninsular. Escasa y rara de encontrar almenos por la Sierra de Castril, donde están tomadas las fotografías.
Existe una especie parecida, sarcocapnos enneaphylla, que en este caso es fácil de distinguir pues esta última presenta las flores espolonadas.



cistus clusii...//...cistus albidus

-Cistus clusii (romero macho, jaguarzo). Cistacea de aspecto muy parecido al romero, de ahí su nombre, pero de la que se distingue con facilidad en época de floración por sus llamativas flores blancas de hasta 3 cm de diámetro.
-Cistus albidus (jara blanca, matagallo). De hojas densamente pobladas de pelos, sus flores son púrpuras o rosadas. Cultivada como ornamental, incluso en algunos lugares se utilizó como sustituto del tabaco (y luego dicen de los jóvenes y los porros). Se encuentra por toda la península y Baleares, salvo Pirineos y Cordillera Cantábrica.

linaria aeruginea...//...chaenorrhinum macropodum
-Linaria aeruginea. De la familia de las escrofulariáceas, es frecuente en claros del matorral sobre suelos calizos y se extiende por toda la península. Florece a partir de mayo.
-Chaenorrhinum macropodum. De la misma familia que la anterior, es habitual de roquedos con piso seco. Distribuida por las montañas del sureste español.

Pinos: soberanos de las cumbres

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Altivos, encaramados en su reino, majestuosos, moldeados por el azote del viento, otean el horizonte allí donde sólo las nubes consiguen hacerles sombra.







Trilogía campesina: Epílogo

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El rayo que no cesa (Miguel Hernandez)

Vierto la red, esparzo la semilla
entre ovas, aguas, surcos y amapolas,
sembrando a secas y pescando a solas
de corazón ansioso y de mejilla.
Espero a que recaiga en esta arcilla
la lluvia con sus crines y sus colas,
relámpagos sujetos a olas
desesperando espero en esta orilla.
Pero transcurren lunas y más lunas,

aumenta de mirada mi deseo
y no crezco en espigas o en pescados.
Lunas de perdición como ningunas,
porque sólo recojo y sólo veo
piedras como diamantes eclipsados.

Todo se acaba, así que os dejo con las últimas tomas de una de esas tardes que sales con la cámara 'por si acaso' te encuentras algo.






Trilogía campesina (3ª parte)

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CANTO DE INDEPENDENCIA


Paso a paso, mi tierra vuelve a mí. Trozo a trozo,
vuelven la claridad y el día y el centeno.
Han querido arrojar tanta luz en un pozo,
en un pozo guardado por un puño de cieno.

Por una madrugada de gallos iracundos, un ejército joven como las madrugadas
conquista, paso a paso, los arados profundos,
los pueblos invadidos, los hijos, las azadas.

Soplan los toros y hacen temblar la luz del cielo:
los hombre que yo digo la aumentan y la aclaran,
hasta cuando la sombra viene a invadir el suelo
y a la sombra estos hombres que he dicho le disparan.

Haciendo luz la luz y luz la sombra densa,
van los padres del sol, los padres del granito,
que hacen la espiga grande, y hacen la vida inmensa
y el vientre de las madres poblado de infinito.

Aprende en estas vidas, aprende como aprendo:
aprende a ser un hombre bien clavado en el barro,
lo mismo que estos hombres que mueren encendiendo
la mecha, la sonrisa, la muerte y el cigarro.

Miguel hernandez








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