EL VALLE DEL RIO ARAGON

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El valle del río Aragón que da vida al viejo reino trascurre desde Jaca hasta la frontera francesa en el puerto de Somport.
Desde la remota historia este valle ha sido el paso natural más suave por donde atravesar el pirineo central. Iberos, romanos, peregrinos del camino de Santiago, comerciantes y tantos otros dejaron sus huellas por este valle.
En el siglo XX el auge de los deportes de invierno trajeron consigo el urbanismo incontrolado (¿os suena lo de la cultura del ladrillo?) y se levantaron estaciones de esquí: Candanchú y Astún y a su calor un enjambre de apartamentos por las laderas circundantes con el único rigor urbanístico de aquí lo hago porque me place.
Todo este cúmulo de despropósitos se remató con la obra faraónica del ferrocarril de Canfranc. Obra inaugurada en 1928 por Alfonso XIII, sin reparar en gastos, fue en su época una joya de la arquitectura modernista más propia de un palacio que del uso para el que estaba destinada. El derrumbe de un puente en la línea francesa, supuso, en los años 70 el abandono por parte gala de la línea férrea y el ocaso y declive de la estación. Abandonada durante años por falta de uso, está reducida a un edificio en el que priman los cascotes y la herrumbre. Cuando estuve decían que andaba en estudios un proyecto para su recuperación como centro de información turística.
Las obras del tren conllevaron ante el peligro de aludes la mayor repoblación forestal de las laderas del valle que se había hecho hasta la época. Inmensas masas de pinar cambiaron el aspecto de lo que antes era un pastizal de montaña.



DAVID CONTRA GOLIAT: la guerra de los insectos

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Aquello de que el pez grande siempre se come al chico en ocasiones no es del todo cierto.
Un ejemplo lo tenemos en la araña cangrejo, esta diminuta araña de apenas 4 mm es capaz de abatir presas que le doblan sobradamente su propio tamaño. Su paciente espera bajo los pétalos de una flor o en el fondo de esta gracias a que mimetiza su cuerpo con el entorno como el mejor de los camaleones le propician la ventaja de la sorpresa. Su veneno efectivo y letal completan sus armas de caza.
Aquí os dejo un ejemplo de sus capturas inverosímiles, una abeja que le cuadruplica en tamaño y su capacidad de camuflaje en la que ha atrapado una mosca.

Por contra, la acción depredadora sin más alardes de la araña de la cruz, la más común de nuestras arañas de jardín merodea de un lado para otro en busca de su comida.
Ninguna de ellas teje telas de araña.

SELVA DE OZA (II): Tarde de nubes en la montaña

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La montaña es esa señora altiva y de ánimo cambiante que te acoge siempre con las mejores galas de su belleza natural. Pero como digo, con las mismas virtudes que te recibe y un sol radiante, de repente, las nubes que te acompañaban amistosas por el horizonte, bajan ladera abajo y acaban en poco tiempo con tus momentos de deleite.
Donde había luz y color, ahora te envuelve un denso manto gris que reduce tu visibilidad a la nada. Solo te queda cargar los bártulos en la mochila y despedirte de tan majestuosa señora, deseando que a la próxima ocasión su ánimo sea más risueño.





VALLE DE ECHO: LA SELVA DE OZA (I)

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Partiendo de Siresa carretera arriba, la carretera se adentra en un bello paraje natural, la amplitud del valle se enmarca por las altas cumbres que lo bordean. A la izquierda, Peña Forca, con sus 2391 metros es la frontera natural entre este valle y el de Ansó. A la derecha nos seguirá todo el tiempo la esbelta figura del Castillo de Acher , con su cumbre ‘fortificada’ a modo de atalaya natural. Entre ambos, el fondo del valle en un denso bosque mixto de pinos, abetos, hayas.
Tras un nuevo paso estrecho por la Foz de Boca del Infierno (curioso nombre) el valle se abre de nuevo en su cabecera en lo que fuera un extenso bosque, de ahí su nombre de Selva de Oza, y que fue talado en su mayor parte buscando pastos para el ganado.
El abanico de rutas que se abre a uno y otro lado es inagotable. Un simple paseo hasta donde lleguen tus fuerzas o tu tiempo (como en mi caso) no obstante te permitirá disfrutar de unas magníficas vistas en estrecho contacto con la naturaleza.




VALLES DE ANSÓ Y ECHO

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Acabada la etapa seudo cultural por la Jacetania, tocaba ya entrar en contacto con la montaña.
A modo de aperitivo, un recorrido por los valles más occidentales del Pirineo oscense: Ansó y Echo. Dos valles en un solo día es un reto perdido antes de su inicio, conocer estas tierras con multitud de bellos rincones en los que perderse y a los que acudir requiere del suficiente tiempo del que no disponía, así que había que descartar zonas muy a mi pesar.



Al valle de Ansó lo recorre el río Veral. Parra llegar a la villa que le da nombre opté por seguir el recorrido desde la desembocadura del Veral en el río Aragón junto a la población de Berdún. No es su mejor acceso desde el punto de vista viario, pero si desde el paisajístico.
Tras el desvío de Berdún (429 habitantes), y dejar a la derecha Biniés (62 habitantes), encaramado en lo alto de una loma con los restos de su castillo, la carretera baja junto al río en el fondo del valle, que poco a poso se va encajonando más hasta llegar a la Foz de Biniés.


La Foz, es un angosto pasillo natural donde el río y la carretera se disputan el escaso espacio libre que queda en el fondo de un angosto desfiladero, los altos paredones rocosos, en zonas extraplomados, invitan a hacer el recorrido a pie.


Pasado este, el valle vuelve a ensancharse y al poco llegamos a Ansó, capital del valle.
Ansó (509 habitantes), cuenta con un concurrido núcleo poblacional, y es punto de partida, para continuar valle arriba al llano de Zuriza, paisaje rico en abundantes pastos y bosques de hayas (este fue uno de mis descartes).
Desde aquí, atravesando un pequeño puerto de montaña pasé al vecino valle de Echo o Hecho (de ambos modos lo encuentras).

Echo (1005 habitantes), es otra villa turística que ha sabido conjugar sabiamente la modernidad con lo tradicional, donde prima un paseo por el laberinto de sus calles y casas blasonadas.
El resto del día, pedía un paseo por la naturaleza, así que tras abandonar Echo, valle arriba, y dejar atrás Siresa (126 habitantes), con su monasterio (al que tampoco pude visitar por no poder conjugar mi horario con el suyo) puse rumbo a la cabecera del valle, la Selva de Oza, un bello rincón de la naturaleza, que queda pendiente de mi próxima entrada.

Macrofotografía: Araneus diadematus

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Hace algún tiempo que no subía fotos macro, (es un terreno que tengo algo olvidado y que tendré que recuperar antes de que acabe el buen tiempo, en invierno es más complicado encontrar estos pequeños seres).
Os dejo un par de tomas de la araneus diadematus, conocida vulgarmente por araña de la cruz, fácilmente reconocible por las manchas sobre su dorso en forma de cruz. Es muy abundante y habitual encontrarla en nuestros jardines

Como siempre, recordaros que las fotos se pueden ver a mayor tamaño pinchando sobre ellas.

San Juan de la Peña y alrededores: Ermita de la Virgen de la Cueva, Monte Oroel

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Dejando tras de mí el Monasterio de San Juan de la Peña pongo rumbo al puerto Oroel para desde allí descender a Jaca, fin de la ruta.
A poco de salir, encuentro un desvío, ‘Botaya, 2Km.’. Tirando de la guía que a menudo consulto durante mi viaje, reseña su iglesia de San Esteban, con bello tímpano románico decorando el vano de lo que debió ser puerta de entrada. Como aún es pronto para comer, allá que me dirijo.



Botaya (27 habitantes), lo forma un grupito de variopintas viviendas de piedra alrededor de una pequeña plaza, que debe ser lugar de reunión de sus vecinos, pues aquí andan o mejor dicho moran en animada tertulia al menos la mitad de ellos, cuando llego donde están. Sus caras de extrañeza me hace entender que por aquí no vienen muchos forasteros.
En apenas cinco minutos termino la visita al pueblo y hecho las fotos de rigor cuando estoy de vuelta en la plaza. ¿ya has visto el pueblo? me pregunta burlonamente el abuelo. Tras intercambiar opiniones de lo cotidiano, del pasado y de escuchar sus batallitas de cuando el pueblo era otra cosa, es hora de continuar viaje. Tengo que volver sobre mis pasos, pues ya me dice el hombre que no hay otra carretera a seguir, y también que por los alrededores no hay ningún establecimiento de comidas.





Carretera abajo y ya en el fondo del valle en el cruce con Bernués (26 habitantes), a unos diez km. encuentro un camping, así que con el mediodía avanzado, pido y casi suplico por un plato de comida.
Tras reposar la tórrida tarde veraniega junto a un arroyo, vuelvo carretera arriba dirección al puerto, por un paraje montañoso totalmente cubierto de pinar y ningún vestigio humano durante el trayecto. Ya en lo alto, en una vuelta de la carretera distingo un cartel de madera junto al arcen, ‘A la ermita de la virgen de la Cueva’, señalando la dirección de una pista de tierra valle abajo. No marca distancias, ni tiempo aproximado, la tarde está acabando y por más que releo mi guía, tampoco encuentro nada. Como tampoco hay nadie alrededor a quien preguntar, la prudencia en estos casos aconseja seguir tu camino y dejarse de aventuras, así que obrando con la sensatez que me caracteriza, subo al coche y pista adelante, a ver la ermita.
Tras recorrer unos 10 km. dejando atrás cruces señalizados y otros no en los que me guiaba por la intuición, y una barrera abierta que podía encontrar cerrada a la vuelta, en una subida que cada vez se volvía más deteriorada, llego a una explanada a mitad de la ladera del Monte Oroel donde debo dejar el coche.
Desde aquí se continúa por una senda bien marcada que zigzaguea entre los pinos y los salientes rocosos. Llevo buen rato caminando y de la ermita ni rastro, pensando que la idea no había sido demasiado acertada, cuando a la vuelta de un recoveco por fin aparece la ermita.


Ermita de la Virgen de la Cueva. Su exterior es sencillo, aprovecha la oquedad de la roca, cerrada por una pared simple de piedra y una puerta de verja sin cerrar por lo que pude entrar dentro. El interior es reducido, un sencillo altar completado con unas pequeñas imágenes conforman el conjunto.
Lo más curioso de la ermita es que en la pared del fondo hay filtraciones de agua que han formado estalactitas . Una de ellas, la de la foto, ha creado junto a la estalagmita inferior una suerte de pila de agua bendita, no se si natural o con la ayuda de la mano del hombre, pero es curiosa y bella .
Por más vueltas que he dado por Internet apenas he encontrado información de la ermita, salvo que es lugar de peregrinación de las gentes de Jaca y que data de siglos atrás así como que su origen está en un pastor que viendo que el rebaño iba asiduamente al interior de la cueva, un día entró en ella y allí se encontró la imagen de la Virgen.


El resto ya sin mayores emociones, fue el descenso y fin del trayecto en Jaca.


San Juan de la Peña y alrededores: El monasterio viejo

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Tras un breve paseo entre un denso pinar, descendemos al monasterio de San Juan de la Peña, el “viejo” en este caso, acomodado y protegido a su vez en una oquedad de la roca bajo un imponente paredón.
Fue allá por el siglo XI cuando bajo el reinado de Sancho el Mayor de Navarra, se remodeló con los restos de antiguas edificaciones el inicio del recinto que ha llegado hasta nuestros días. El hecho de que este Rey eligiera este lugar para reposar después de su muerte dio más relumbrón al lugar, así como el que posteriormente otros reyes siguieran su iniciativa y algunos nobles acabó por convertirlo en panteón real.
Todo esto supuso que el en principio pequeño y recoleto recinto compuesto por la iglesia baja, de estilo mozárabe, necesitara de más espacio. Las sucesivas ampliaciones según aumentaba su esplendor con la iglesia alta, románica, la sala de concilios, y las capillas de San Victorián y San Voto configuraron un mosaico de estilos arquitectónicos verdaderamente preciosista.
Pero si algo destaca sobremanera sobre el resto, es el claustro. La finura con que fueron labrados sus capiteles acapararán nuestra atención durante un tiempo.
Todo este conjunto, bello de verdad, aun tiene un pequeño matiz, que a mí especialmente me llamó la atención: la superficie construida no abarca más allá de una pista de tenis. Nunca vi tanto, en tan reducido espacio.
Para quien guste de la historia del arte puede obtener información más detallada en la página http://www.aragonromanico.com/jacetania/pena.htm , (es buena costumbre reseñar las fuentes, aunque de un tiempo acá se esté perdiendo esta sana costumbre).









Claustro


Capiteles del Claustro, detalle
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