San Juan de la Peña y alrededores: Ermita de la Virgen de la Cueva, Monte Oroel


Dejando tras de mí el Monasterio de San Juan de la Peña pongo rumbo al puerto Oroel para desde allí descender a Jaca, fin de la ruta.
A poco de salir, encuentro un desvío, ‘Botaya, 2Km.’. Tirando de la guía que a menudo consulto durante mi viaje, reseña su iglesia de San Esteban, con bello tímpano románico decorando el vano de lo que debió ser puerta de entrada. Como aún es pronto para comer, allá que me dirijo.



Botaya (27 habitantes), lo forma un grupito de variopintas viviendas de piedra alrededor de una pequeña plaza, que debe ser lugar de reunión de sus vecinos, pues aquí andan o mejor dicho moran en animada tertulia al menos la mitad de ellos, cuando llego donde están. Sus caras de extrañeza me hace entender que por aquí no vienen muchos forasteros.
En apenas cinco minutos termino la visita al pueblo y hecho las fotos de rigor cuando estoy de vuelta en la plaza. ¿ya has visto el pueblo? me pregunta burlonamente el abuelo. Tras intercambiar opiniones de lo cotidiano, del pasado y de escuchar sus batallitas de cuando el pueblo era otra cosa, es hora de continuar viaje. Tengo que volver sobre mis pasos, pues ya me dice el hombre que no hay otra carretera a seguir, y también que por los alrededores no hay ningún establecimiento de comidas.





Carretera abajo y ya en el fondo del valle en el cruce con Bernués (26 habitantes), a unos diez km. encuentro un camping, así que con el mediodía avanzado, pido y casi suplico por un plato de comida.
Tras reposar la tórrida tarde veraniega junto a un arroyo, vuelvo carretera arriba dirección al puerto, por un paraje montañoso totalmente cubierto de pinar y ningún vestigio humano durante el trayecto. Ya en lo alto, en una vuelta de la carretera distingo un cartel de madera junto al arcen, ‘A la ermita de la virgen de la Cueva’, señalando la dirección de una pista de tierra valle abajo. No marca distancias, ni tiempo aproximado, la tarde está acabando y por más que releo mi guía, tampoco encuentro nada. Como tampoco hay nadie alrededor a quien preguntar, la prudencia en estos casos aconseja seguir tu camino y dejarse de aventuras, así que obrando con la sensatez que me caracteriza, subo al coche y pista adelante, a ver la ermita.
Tras recorrer unos 10 km. dejando atrás cruces señalizados y otros no en los que me guiaba por la intuición, y una barrera abierta que podía encontrar cerrada a la vuelta, en una subida que cada vez se volvía más deteriorada, llego a una explanada a mitad de la ladera del Monte Oroel donde debo dejar el coche.
Desde aquí se continúa por una senda bien marcada que zigzaguea entre los pinos y los salientes rocosos. Llevo buen rato caminando y de la ermita ni rastro, pensando que la idea no había sido demasiado acertada, cuando a la vuelta de un recoveco por fin aparece la ermita.


Ermita de la Virgen de la Cueva. Su exterior es sencillo, aprovecha la oquedad de la roca, cerrada por una pared simple de piedra y una puerta de verja sin cerrar por lo que pude entrar dentro. El interior es reducido, un sencillo altar completado con unas pequeñas imágenes conforman el conjunto.
Lo más curioso de la ermita es que en la pared del fondo hay filtraciones de agua que han formado estalactitas . Una de ellas, la de la foto, ha creado junto a la estalagmita inferior una suerte de pila de agua bendita, no se si natural o con la ayuda de la mano del hombre, pero es curiosa y bella .
Por más vueltas que he dado por Internet apenas he encontrado información de la ermita, salvo que es lugar de peregrinación de las gentes de Jaca y que data de siglos atrás así como que su origen está en un pastor que viendo que el rebaño iba asiduamente al interior de la cueva, un día entró en ella y allí se encontró la imagen de la Virgen.


El resto ya sin mayores emociones, fue el descenso y fin del trayecto en Jaca.


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