Esta supone mi primera incursión en el apasionante mundo de lo diminuto.
La fotografía macro, o fotografía de plantas y pequeños animalitos, supone una dificultad añadida a la fotografía cotidiana de paisajes o retratos.
La dificultad de trabajar con un objetivo que debes usar en enfoque manual, con diafragmas cerrados, y velocidades cortas, conlleva tener un pulso de cirujano, rezar para que no se mueva ni una brizna con el viento, y si el motivo es un insecto, que éste “pose” para ti durante unos segundos. ¿Cuándo se dan todas estas condiciones juntas? Pues la verdad, que tras los primeros intentos compruebas para tu pesar que pocas o casi ninguna.
Resulta frustrante que tras realizar 50 disparos con tu cámara te encuentres que apenas salvas, con un poco de calidad, unas 2 o tres tomas. Por contra esa misma dificultad, conlleva que el conseguir una sola foto que te deje medianamente contento, suponga una satisfacción añadida.
En resumen, os muestro aquí mis primeros intentos de fotografía con esos seres que normalmente no reparamos en su existencia y que se mueven muy por debajo de nuestro punto de mira cotidiano.
Espero, finalmente, que con el tiempo y la práctica pueda conseguir unos resultados más reconocidos, si no agoto antes la paciencia corriendo tras uno de ellos jurando en hebreo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario