TENERIFE: Sierra de Anaga

Paraje enclavado en el noroeste de la isla, de origen volcánico, como no, se cree que pudo ser una isla separada que con las sucesivas erupciones acabó uniéndose al Tenerife actual.

Territorio abrupto, de altas montañas, al que accederemos por una serpenteante carretera que se adentra en el Monte de las Mercedes, jalonada por una suerte de miradores en los que hacer un alto. De especial interés son el del Carmen y el Mirador del Inglés (se cuenta que el nombre de este último le viene porque un súbdito de las islas lo ascendió y descendió en una jornada. Bonita anécdota solo creíble si este hubiera sido un superdotado).

Ya en estas alturas, amen de las impresionantes vistas del valle de la Laguna, parten muchos senderos serranos entre un manto frondoso de laurisilvas que crean un microclima especial más propio de humedales frescos. Y siempre iremos acompañados por el sempiterno lagarto tizón, que como se suele decir nos encontraremos hasta en la sopa.

Como en esta ocasión no iba de andante sino de turista veraniego, dirigí mis pasos hacia la costa acantilada. En una bajada que pone a prueba los nervios de cualquier conductor, se desciende bruscamente en poco tiempo hasta el pueblo de Taganana. Paraje espectacular donde se come mejor que bien.

Tras reponer fuerzas, y a poca distancia, alcanzaremos Almaciga, pequeños núcleos poblacionales que se asoman al mar. Desde aquí podemos admirar la costa cortada a tajo sobre la roca hasta acabar en el horizonte con los Roques, el de adentro y el de fuera, que se pueden visitar si aún nos quedan algunas fuerzas y ganas de dar un paseo pedrestre.

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