La de hoy, es una ruta de esas que muchos conocen y pocos hacen. Sencilla en su recorrido, sin grandes desniveles, pero alejada de los típicos paseos de pateadores ocasionales.Se inicia a media subida de la pista forestal que desde la Cañada de las Fuentes, une el nacimiento del Guadalquivir con Puerto Llano, collado al pie de Cabañas, máxima altura del Parque.
Empezaremos el recorrido en el paraje del Pino de las tres cruces, llamado así, supongo, por las cruces que a filo de navaja están esculpidas en su tronco y que si en su día fueron tres, hoy, por mor de las inestimable gentileza de los que por allí han ido pasando, ya son muchas más.
Así que, siguiendo la pista que hacia el este, parte de este punto, en un ligero ascenso de apenas 20 minutos, llegaremos a lo alto de un collado desde donde podemos hacernos una primera impresión del resto de la ruta.
Empezaremos el recorrido en el paraje del Pino de las tres cruces, llamado así, supongo, por las cruces que a filo de navaja están esculpidas en su tronco y que si en su día fueron tres, hoy, por mor de las inestimable gentileza de los que por allí han ido pasando, ya son muchas más.
Así que, siguiendo la pista que hacia el este, parte de este punto, en un ligero ascenso de apenas 20 minutos, llegaremos a lo alto de un collado desde donde podemos hacernos una primera impresión del resto de la ruta.
Debajo justo de nosotros, se extiende el valle del Gualay, pequeño arroyo que vierte sus aguas en el vecino Guadalentín, ya en las estribaciones de la sierra del Pozo. A nuestro frente, podemos contemplar una sucesión de picos rocosos conocidos por el Poyo de las Abuzaeras y que bajan desde su punto más alto, el Cabañas (2026m) hasta El Calar (1842m), destino de nuestra ruta.
Bajamos ahora hacia el fondo del valle y cruzamos las aguas del arroyo del Gualay para a continuación, entre verdes prados, según la estación del año en que nos encontremos, iniciar de nuevo el ascenso hacia el calar. La pista discurre ahora paralela a la Cerrada del Pintor, cauce estrecho que, el transcurrir del tiempo y el agua, ha horadado en la roca, hasta que alcanzamos los Poyos de Juan Domingo. Desde aquí, la pista gira 90 grados a nuestra derecha para terminar de remontar el pequeño desnivel que nos separa del calar.
Una vez arriba, abandonamos la comodidad de la pista que nos llevaría hasta el fondo del valle del Guadalentín, ya en la sierra del Pozo. Desde este lugar, escogiendo el mejor camino que se adapte a nuestra destreza como caminantes (no existen pista ni senda alguna) alcanzamos en primer lugar la cumbre del Calar, un pequeño promontorio de roca con su correspondiente poste geodésico en lo alto, y un inmenso espacio abierto a su alrededor que nos permite contemplar la casi totalidad del parque, al menos en sus puntos más significativos.
Bajamos ahora hacia el fondo del valle y cruzamos las aguas del arroyo del Gualay para a continuación, entre verdes prados, según la estación del año en que nos encontremos, iniciar de nuevo el ascenso hacia el calar. La pista discurre ahora paralela a la Cerrada del Pintor, cauce estrecho que, el transcurrir del tiempo y el agua, ha horadado en la roca, hasta que alcanzamos los Poyos de Juan Domingo. Desde aquí, la pista gira 90 grados a nuestra derecha para terminar de remontar el pequeño desnivel que nos separa del calar.
Una vez arriba, abandonamos la comodidad de la pista que nos llevaría hasta el fondo del valle del Guadalentín, ya en la sierra del Pozo. Desde este lugar, escogiendo el mejor camino que se adapte a nuestra destreza como caminantes (no existen pista ni senda alguna) alcanzamos en primer lugar la cumbre del Calar, un pequeño promontorio de roca con su correspondiente poste geodésico en lo alto, y un inmenso espacio abierto a su alrededor que nos permite contemplar la casi totalidad del parque, al menos en sus puntos más significativos.
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