Ladera arriba del mitificado Puerto de la Cruz y encajonado en un valle verde y húmedo cual tierra gallega se tratase, nos topamos con un conjunto variopinto de casas señoriales de bellas balconadas entre empinadas calles que nos harán pagar la perezosa vida del turista.
Llegan hasta aquí diariamente toda una caravana de autobuses de rollizos guiris y algún que otro íbero en visita guiada. Todos ellos embarcados en una visita express a esta villa que merece ojos más pausados, así que tu visita tendrá el aliciente añadido de pelear tu propio espacio visual a pesar de que los lugares que visitar sean numerosos.
Llegan hasta aquí diariamente toda una caravana de autobuses de rollizos guiris y algún que otro íbero en visita guiada. Todos ellos embarcados en una visita express a esta villa que merece ojos más pausados, así que tu visita tendrá el aliciente añadido de pelear tu propio espacio visual a pesar de que los lugares que visitar sean numerosos.
Como por algún sitio hemos de empezar, sigo la cronología de mis propios pasos, y como si de turista cultural se tratara, no puedes dejar de visitar el antiguo convento de Santo Domingo, hoy reconvertido en museo de artesanía iberoamericana. Cerca de 7000 piezas de cerámica y textiles de uso cotidiano y variado origen que no nos dejarán indiferentes por su variedad y rareza.
Calle arriba, con ritmo pausado, pues aquí las cuestas lo son y de verdad, llegamos al epicentro de la ciudad: La plaza del ayuntamiento, casa consistorial que aprovechó la edificación del antiguo convento de las Clarisas de porte neoclásico que llamará nuestra atención por su enorme mole a lo largo de una amplia plaza. A sus espaldas, y ni que pintado, podemos relajarnos en la Ijuela del botánico, solar donde subieron el excedente de plantas del jardín botánico del Puerto de la Cruz.
Sin alejarnos demasiado del lugar podemos seguir recreándonos con la floresta de los jardines del Marquesado de la Quinta Roja. Bello jardín aterrazado con vistas a todo el valle y la inmensidad del Atlántico. Completa tan majestuoso marco, la antaño casa señorial del Liceo de Taoro, su larga escalinata daba paso a las almas pudientes de la isla. Hoy, reconvertido en restaurante permite a los humildes mundanos sentarse en sus mesas, por mor de sus moderados precios, todo sea dicho.
Como en cualquier asentamiento humano que se precie, no desmerece la visita a su coqueta iglesia de la Concepción, reconstruida tras la ‘inesperada visita’ del volcán Güimar allá por el XVIII. De pequeña planta pero custodiada por dos altas torres, de barroca ornamentación y en su interior bellos retablos e imaginería de reconocidos autores. Una pequeña delicia.
Es mucho y variado lo que podéis ver y grandiosa la panorámica del valle, siempre que se tenga la suerte de llegar el día en que no campe a sus anchas la niebla. Algo que parece difícil en época estival, pues cada día que desde el Puerto dirigía la mirada, allí estaba ella, incansable e inamovible.
2 comentarios:
He descubierto tu entrada sobre Tenerife. Bello recorrido has tenido por estas tierras. Soy desde hace unos meses seguidor de tus trabajos asiduamente, aunque creo que nunca dejé un comentario.Figuras en mis enlaces. He aprendido y sigo haciendolo con algunas de tus entradas y con esos paisajes que tan bien tomas en tus fotografías, con buena composición, con cielos muy bellos y con esa naturaleza poco vista por aquí. Me llamó la atención hoy que conocieses "Alisios de cristal"
mi blog. Gracias por visitarlo.
Saludos
Jose Luis. Hace dos años que pasé unas de mis mejores vacaciones en tu tierra y sí que ví todo cuanto pude y aguantó mi cuerpo. No soy el turista al uso de sol y playa sino más bien cabra de monte, así que cada día procuraba ver cada rincón de la isla, preciosos por cierto, y guardo un estupendo recuerdo en mi mente de todo aquello. Y qué decir de la subida al Teide, una sensación difícil de describir aún no habiendo podido ver el resto de las islas, pero contemplar las nubes por debajo de mis pies en todo el Valle de la Orotava es algo que nunca podré olvidar.
Saludos
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