Publicado por
Juan
La ruta de hoy tiene su inicio en
la Nava del Espino, a la que accederemos por el
ya conocido carril viejo que une Vadillo Castril con los campos de Hernán Peréa. Durante la subida podremos
vislumbrar los tajos de los poyos de la mesa, sobre los que en gran parte discurrirá nuestra ruta.
Al llegar a la Nava del Espino, una planicie de verdes prados, es donde dejaremos nuestro vehículo para dar inicio a nuestra caminata
Desde aquí, en ligera ascensión, dirigiremos nuestros andares hacia la cumbre del cerro Galán al que bordearemos por su base, mientras en permanente ascensión llegamos hasta el inicio de los Poyos de la mesa. Ya una vez en la cima, podemos contemplar las primeras vistas de los Poyos de la mesa, un promontorio de roca caliza que se adentra sobre el valle del Río Guadalquivir, y en primer plano el rastrillo de la Víbora.
Siguiendo nuestro camino, ahora ya por una planicie poblada de pinar, nos conducirá al frente tras dejar atrás una caseta de vigilancia de incendios, hasta el collado Galán.
Desde este punto las vistas son espectaculares, a nuestro frente podemos contemplar toda una suerte de picos rocosos, el Picón de los Halcones y la Peña de los Tornillos, entre ambos, un ramal de nuestra pista nos permite bajar hacia el Arroyo de los Tornillos, un enclave que permitirá a los corazones ávidos de sensaciones fuertes disfrutar a lo grande: en su parte superior la Cerrada del Pintor, en la inferior la Cerrada de la Canaliega, ambas, pasos horadados en la roca por las aguas del arroyo, pasos angostos de no más de 1 metro de ancho en algunos de sus tramos, donde los amantes del rafting, pueden dar rienda suelta a su adrenalina.
Para los más modestos, optaremos por la pista de la derecha que tras bordear el puntal de los poyos por su parte sur, nos acercará tras un breve paseo hasta la “cima” por así decirlo de nuestro paseo. Las vistas desde aquí abarcan todo el valle del río, desde donde podremos contemplar a vista de pájaro, el desarrollo urbanístico del parque nacional, y el deambular de vehículos que suben hasta el nacimiento del río, y es que ni siquiera aquí en la montaña estamos a salvo del turismo del ladrillo.
Eso sí, separados por unos cuantos metros de altitud, y a diferencia de ellos, estaremos acompañados de la visita esporádica de algunos animales que aún disfrutan de la tranquilidad de estos parajes, ardillas, gamos, y en este caso concreto de un endemismo de esta sierra, la lagartija de Valverde (algyroides marchi), espécimen descubierto allá por el 1959 por José Antonio Valverde, de ahí su nombre,
reptil
habituado a zonas umbrías de la sierra y que habita zonas muy localizadas de esta sierra.
El final de nuestra ruta, como es costumbre, nos lleva a desandar los pasos andados hasta nuestro vehículo a la espera de otra nueva jornada de montaña.