Tras un breve paseo entre un denso pinar, descendemos al monasterio de San Juan de la Peña, el “viejo” en este caso, acomodado y protegido a su vez en una oquedad de la roca bajo un imponente paredón.
Fue allá por el siglo XI cuando bajo el reinado de Sancho el Mayor de Navarra, se remodeló con los restos de antiguas edificaciones el inicio del recinto que ha llegado hasta nuestros días. El hecho de que este Rey eligiera este lugar para reposar después de su muerte dio más relumbrón al lugar, así como el que posteriormente otros reyes siguieran su iniciativa y algunos nobles acabó por convertirlo en panteón real.
Todo esto supuso que el en principio pequeño y recoleto recinto compuesto por la iglesia baja, de estilo mozárabe, necesitara de más espacio. Las sucesivas ampliaciones según aumentaba su esplendor con la iglesia alta, románica, la sala de concilios, y las capillas de San Victorián y San Voto configuraron un mosaico de estilos arquitectónicos verdaderamente preciosista.
Pero si algo destaca sobremanera sobre el resto, es el claustro. La finura con que fueron labrados sus capiteles acapararán nuestra atención durante un tiempo.
Todo este conjunto, bello de verdad, aun tiene un pequeño matiz, que a mí especialmente me llamó la atención: la superficie construida no abarca más allá de una pista de tenis. Nunca vi tanto, en tan reducido espacio.
Para quien guste de la historia del arte puede obtener información más detallada en la página http://www.aragonromanico.com/jacetania/pena.htm , (es buena costumbre reseñar las fuentes, aunque de un tiempo acá se esté perdiendo esta sana costumbre).
Fue allá por el siglo XI cuando bajo el reinado de Sancho el Mayor de Navarra, se remodeló con los restos de antiguas edificaciones el inicio del recinto que ha llegado hasta nuestros días. El hecho de que este Rey eligiera este lugar para reposar después de su muerte dio más relumbrón al lugar, así como el que posteriormente otros reyes siguieran su iniciativa y algunos nobles acabó por convertirlo en panteón real.
Todo esto supuso que el en principio pequeño y recoleto recinto compuesto por la iglesia baja, de estilo mozárabe, necesitara de más espacio. Las sucesivas ampliaciones según aumentaba su esplendor con la iglesia alta, románica, la sala de concilios, y las capillas de San Victorián y San Voto configuraron un mosaico de estilos arquitectónicos verdaderamente preciosista.
Pero si algo destaca sobremanera sobre el resto, es el claustro. La finura con que fueron labrados sus capiteles acapararán nuestra atención durante un tiempo.
Todo este conjunto, bello de verdad, aun tiene un pequeño matiz, que a mí especialmente me llamó la atención: la superficie construida no abarca más allá de una pista de tenis. Nunca vi tanto, en tan reducido espacio.
Para quien guste de la historia del arte puede obtener información más detallada en la página http://www.aragonromanico.com/jacetania/pena.htm , (es buena costumbre reseñar las fuentes, aunque de un tiempo acá se esté perdiendo esta sana costumbre).
2 comentarios:
Me gusta mucho esta serie...las composiciones me encantan. Esos arcos haciéndote entrar y salir de la imagen...me gusta.
Bienvenida, agradezco tu opinión
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