Existen diferentes vías de acceso y modos de llevarla a cabo, en mi caso, es una mezcolanza de la propuesta habitual de los folletos turísticos, la propia información recopilada navegando por Internet y el juego de azar que supone el ‘voy a ver que hay por aquí’ (esa aventura que colmata tu adrenalina cuando te adentras en lo desconocido)
Santa Cruz de
Su nombre deriva del antiguo Santa Cruz de las Sorores (hermanas en aragonés) en clara alusión al antiguo cenobio femenino de la orden benedictina que se erigió hacia el 1060 y en el que ingresaron las tres hijas del rey Ramiro I de Aragón, a la par, Urraca, Teresa y Sancha (singular destino el de las mozas de entonces). El monasterio, reservado a las hijas de reyes y la nobleza, vivió su apogeo con la llegada de estas y de sus dotes, claro está. En el siglo XVI el traslado de sus inquilinas a Jaca supuso su decadencia y su práctica desaparición.
De aquellos esplendores, hoy queda la monumentalidad de su iglesia de Santa María (siglo XII), joya del románico aragonés y que permanece casi intacta con el paso del tiempo. De su interior nada puede ver y por tanto tampoco poseo imágenes, es el peaje de iniciar la ruta a horas tempranas, que cuando llegas aun no han abierto las puertas a las visitas.
Completa el conjunto monumental a la entrada del pueblo,
Visto lo visto, lo siguiente es continuar por la serpenteante carretera que en pocos Km. pero algo más de tiempo (¡vaya autopistas que se gastan por aquí!) nos subirá a lo alto de la sierra y a la explanada de San Indalecio, junto al monasterio nuevo de San Juan, para esta vez siguiendo las recomendaciones, continuar nuestro recorrido.