La de hoy es una ruta que se puede considerar continuación de la del Borosa, pero entrando por su parte sur. Para ello remontamos por la pista del antiguo camino de Castril, que desde Vadillo Castril sube hacia los campos de Hernán Peréa. Poco antes de coronar la cima montañosa, a la altura del collado Bermejo, es donde dejaremos el vehículo para iniciar nuestra andadura. Ya desde este punto tenemos unas vistas amplias de la zona norte de la sierra de la cabrilla, de la que pertenece la fotografía del pico de las covachas, hermoso lugar para hacer multitud de rutas, en una zona menos conocida del parque.
Desde collado Bermejo, iniciaremos el descenso por el barranco de Valdeazores. A poca distancia del inicio nos encontramos con el pequeño arroyo que surte aguas abajo a la laguna de Valdeazores, y que nos acompañara el resto de la ruta junto a la pista por la que transitaremos.
Durante el trayecto, es muy probable que nos crucemos con vehículos todo terreno, pues a pesar de ser una pista cortada al tráfico rodado, son habituales las excursiones programadas por una empresa local de turismo de Cazorla que lleva a sus “excursionistas” a visitar las lagunas. Señores encorbatados y señoras con sus mejores galas y tacones de aguja, de visita en la montaña, que te mirarán desde sus asientos con altanería y que cuando vuelvan a sus casas contarán que han pasado el fin de semana en la montaña, cuando realmente apenas sus pies se han manchado del polvo del camino. No creo necesario que diga que opino de los mismos, cada cual disfruta de la montaña como quiere (o como puede).
Siguiendo con lo nuestro, tras una hora, más o menos, de plácido paseo, llegamos hasta la laguna de Valdeazores. No es una laguna propiamente dicha, pues una pequeña presa de hormigón es la causante del remansamiento de las aguas. Aquí podremos hacer una primera parada y tomar un bocado mientras contemplamos el paisaje a nuestro alrededor y hacemos uso de nuestras cámaras para conseguir la foto de las numerosas aves que habitan el lugar (que siempre estarán demasiado lejanas, las condenadas).
Desde aquí nos queda al margen de dar un paseo por sus alrededores, visitar el nacimiento de Aguas negras, ya en el arroyo del Infierno, distante apenas
Este es el final de la ruta de ida. En la orilla del embase hay zonas de prado donde descansar y comer, mientras pensamos en la vuelta, eso sí, esta vez en subida.